Para celebrar el centenario de la Asociación Radial de Reino Unido (RSGB, por sus siglas en inglés) uno de sus integrantes recuerda cómo la organización de aficionados tuvo un papel fundamental en una operación encubierta que ayudó a salvaguardar la independencia del país.
Un día, hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, un capitán con el uniforme de los Royal Signals (una unidad de combate del ejército británico) llamó a la puerta de la casa de un adolescente.
El chico, de 16 años, era Bob King. Cuando fue a saludar al visitante, no tenía idea de que pronto se convertiría en un miembro del grupo conocido como los “interceptores voluntarios”, unos 1.500 aficionados a la radio, reclutados para interceptar las comunicaciones de los nazis y sus aliados antes de que llegaran a su destino.
“El capitán me preguntó si estaba dispuesto a ayudar al gobierno con un trabajo secreto”, recuerda King, quien en la actualidad tiene 89 años. “Fue lo único que me dijo”.
“Él sabía -continúa King- que yo entendía el código Morse, eso era lo esencial”
El capitán conocía a King gracias a la RSGB, una organización de entusiastas aficionados a la radio. Muchos de sus integrantes eran jóvenes interesados en descubrir lo que podían hacer jugueteando con los receptores.
Durante la Segunda Guerra Mundial, decenas fueron reclutados por el MI8, una división del departamento de inteligencia militar británico y el nombre encubierto del Servicio de Seguridad Radial (RSS, por sus siglas en inglés), que ya no existe.
El objetivo de su trabajo era interceptar transmisiones secretas inalámbricas realizadas por agentes alemanes e italianos en Reino Unido.
King firmó los documentos que el capitán le entregó. Allí se especificaba que “los había leído y que sabía que pasaría si contaba lo que no debía”.
Le dijeron que analizara las transmisiones de onda corta y escribiera en un papel el código Morse que escuchara.
Descifrando códigos
King trabajaba desde su hogar en Bicester, Oxfordshire, pero los “interceptores voluntarios” estaban en distintas partes de Reino Unido.
Muchos utilizaban su propio equipo de radio para escuchar subrepticiamente las comunicaciones del enemigo.
La sede del RSS estaba en Wormwood Scrubs, en Londres, pero en 1940 se mudó a 19 kilómetros al norte del pueblo de Arkley, cuando los ataques alemanes pusieron en riesgo los esfuerzos hechos por interceptar y descifrar la información recabada.
A mediados de 1941, los reclutados estaban enviando unas 10.000 hojas de papel.
“Durante cinco años trabajé analizando los datos enviados por otros aficionados, miles de hojas con las señales que sabíamos eran de interés, y eso solo se podía descubrir con práctica”, recuerda King.
“Estábamos seguros que no eran comunicaciones aliadas, sino alemanas o italianas. Varias cosas los delataban, pero lo disimulaban de tal manera que parecían transmisiones de radioaficionado”.
King dice que todos sabían que era algo muy importante, todos los documentos se identificaban como “ultrasecreto”, pero fue muchos años después que supieron que estaban escuchando al servicio secreto alemán.
“Por supuesto, en esos días, no se hacían preguntas. De lo contrario, ibas a tener problemas”.
Los mensajes cifrados eran enviados a Bletchley Park, en Buckinghamshire, el centro más importante en Reino Unido para descifrar mensajes.
Una vez que se descubría el significado de las comunicaciones, la información se enviaba a los comandantes aliados y al primer ministro británico, Winston Churchill.
Escuchas secretos
King comenta que ni a él ni a los miles que se dedicaban a descifrar los mensajes se les permitía hablar al respecto, ni siquiera podían decírselo a sus familias. Su esposa se enteró de su secreto en 1980, más de tres décadas después de que dejó de hacer ese trabajo.
Ahora que se les ha permitido hablar sobre el tema, está decepcionado porque considera que a ese ejército fantasma de escuchas civiles no se le ha reconocido adecuadamente por el papel que tuvo en el triunfo de los aliados sobre los nazis, incluyendo la exitosa invasión a Normandía.
“La importancia de los ‘interceptores voluntarios’ radicaba en que sabían qué era lo que hacían los servicios de inteligencia enemigos, lo que creían y lo que no creían. Logramos manipularlos con ese objetivo a través de los agentes que controlábamos”, dice King.
John Gould, organizador de las actividades a propósito del centenario de la RSGB, está de acuerdo. “Además de interceptar los mensajes, gracias a sus habilidades identificando el código Morse de los alemanes, Reino Unido pudo enterarse de los movimientos de las fuerzas alemanas”.
“La información de inteligencia recopilada con estas interceptaciones”, prosigue Gould, “fue muy importante para controlar a los agentes enemigos y detectar otras actividades como posibles sabotajes”.
Por Katia MoskvitchBBC
8 julio 2013